El Cristo de la Calavera

martes, 12 de febrero de 2013

Hoy os dejo el resumen de otra Leyenda, menos conocida que la del post anterior, una de mis favoritas.


En tiempos de festejos, ante la inminente partida a la batalla, el pueblo Toledano disfrutaba del último Sarao la noche antes de la salida de sus valientes luchadores; por allí danzaba Inés de Tordesillas, ella, bella entre la bellas damas de la ciudad, con su mirada incomparable, hacía las delicias de nobles y no tan nobles.

Se encontraban allí dos amigos, que parecían ser los privilegiados que habían conseguido que aquella chica de tan aclamada hermosura, pusiera al menos, un poquito de interés en el cortejo,  llamábanse Alonso de Carrillo, el uno, y el otro, Lope de Sandoval.

Ellos, que siempre habían estado unidos, poco a poco comprendieron que, quizá esa dama, ella y solo ella, podría conseguir que se convirtieran en "rivales" en la carrera hacia su corazón.

Pícara Doña Inés, en lo que pareció un descuido, terminó por hacer saltar la chispa que terminaría en lo que sería la lucha definitiva por su amor. 

La fiesta para ellos había terminado, ambos salieron decididos a zanjar el asunto. La noche era oscura, así que decidieron buscar un lugar donde al menos un haz de luz pudiera guiarles en su lucha. 

Al llegar a una calle, donde un pequeño farolillo alumbraba un Cristo, decidieron que el momento había llegado, y que este Cristo sería testigo de su particular batalla.

Tras un breve momento de tensión, un pequeño rezo y darse el visto bueno, empezaron su combate; ni tres segundos trascurrieron, que al primer contacto entre sus aceros, el farolillo se apagó; extrañados retrocedieron, y cuando la tiniebla empezaba a abrumarlos, el farol volvió a brillar.

Sus miradas se cruzaron y pensando en la casualidad, se alzaron en armas de nuevo. En una segunda vez, el roce de sus aceros hizo apagar el farol, permaneciendo así hasta que estos se separaron.

Reiniciando de nuevo su lucha, y mientras el contacto de sus espadas se hacia de nuevo patente, un enorme estruendo, una especie de voz tenebrosa, surgió de entre las calles, y de nuevo el farolillo les abandono en la oscuridad, haciendo que los 2 amigos soltaran sus espadas, hasta que de nuevo volvió la luz.

Algo pasaba, estaba claro que Dios no quería permitir aquel combate, los amigos cambiaron la lucha por un abrazo como el que tantas veces habían repetido entre ellos. Después de un rato y tras confesar el amor que ambos tenían hacia Inés decidieron ir hasta el palacio de su amada y que fuera ella quien eligiera a su galán. 

Habitación de Doña Inés
Aproximándose al lugar y entre la oscuridad atisbaron una sombra emerger del mismísimo cuarto de Doña Inés, ambos salieron corriendo hacía allí por si algo ocurría, y justo al acercarse descubrieron con sorpresa que se trataba de un joven que descendía del balcón de Doña Inés, los amigos se miraron y las carcajadas se apoderaron de ambos. Inés que observaba desde arriba pego un portazo y desapareció hacia el interior de su palacio.

Al día siguiente en el desfile de despedida y al pasar por delante de la bella dama, ambos se cruzaron una mirada y una sonrisa surgió a la vez de sus rostros, y mientras, ella se andaba sonrojada y avergonzada con la mirada perdida hacía el suelo.



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